sábado, 8 de junio de 2013

Paraíso perdido.

Flores, colores y muchas canciones, tiempo, mucho tiempo. Todos juntos a la mesa, todos listos a dormir, todos en esa aparente eternidad. Ella va cambiado, pero parece que yo no, él incluso ha enfermado pero parece que a mi nunca me pasará.
La señorita se fue, muy pronto se fue, no pude evitarlo, no tuve nada que ver con eso, no tuve la culpa. Otra señorita dijo no gracias, yo quiero estar allá. El se va en la madrugada, hoy ya no más, después de 40 años.Yo sigo viendo pasar, yo sigo acá. Todos nos partimos, todos hemos crecido, la eternidad se acabó.
Ahora en silencio cada uno lo sabe, por eso cada uno se busca, cada uno se mira y lo dice sin decir; tal como aquella psicoanalista: no hay nada seguro fuera del hogar. Todos partidos, todos fuera y todos con esa respuesta en la mirada. Todos sabiendo que no hay nada que hacer, todos sabiendo que antes fue, todos partidos, todos en silencio, todos en otros lados.
Ella no me mira igual, sabe lo que no le he dicho. El pensó que sería distinto, ya no estan los niños que dejaba en las madrugadas.
Mismo espacio, pero algo se fue, me busco y la respuesta soy yo. Paraiso irreversiblemente y dolorosamente perdido, hasta nunca. No hay nada seguro fuera del hogar.

martes, 7 de agosto de 2012

¿Para qué es la vida?

Venimos sin pedirlo, estamos aquí cada día un día más. Sabemos que se acabará y entonces lanzamos los dardos como ciegos. Nadie sabe lo que quiere en realidad, somos eco unos de otros.
Me pregunta para qué apostando por la soledad. ¡Pero si así la respuesta ya esta cancelada!
Yo no sé para qué es mi vida, pero si sé que la vida es para compartirse. Por ahí se asoma lo más parecido a una respuesta.
Todos tenemos una forma de ser y hacer, muestra de la vida misma que nos ha sido transmitida.
Nadie nos hace nada, cada quien hacemos lo que podemos hacer; circunstancias nos atan o nos liberan, difícil de explicar y de entender, no perdamos tiempo porque el tiempo sigue y no se detiene en este ir y venir. Esclavos de la incertidumbre somos... ¡pero si voy a morir!.
¡Ciegos estamos que la amenaza de muerte no nos libera!
Yo no sé ni tampoco quiero esperar a saber, solo sé que nací para morir y como dice el cantante: "al final lo que queda es abrazarse, confiar en el otro, amar y dejarse amar en medio de la balacera que es la vida", y agregaría: de todas formas la muerte llega un poco cada día, más pronto o más tarde.
Con amor para mi amor EVC.

viernes, 29 de junio de 2012

Último poema

Yo no vivo: yo ardo.
Inconciliables dos almas rivalizan en mi pecho:
un alma de ángel y otra de demonio.
En mí respiran fuego y su ardor me abrasa.
Y arden las dos con llamas, donde toco aún en la piedra,
oigo latir ambos corazones…
Siempre los dos, en todos sitios,
obsesivamente con rostros enemigos
se consumen hasta hacerme brasas.
Detrás de mí el viento,
a donde vaya,
mis huellas con ceniza cubrirá.
¿Quién podrá conocerlas?
Solitario, yo no vivo, ¡ardo!,
y mi rastro será ceniza en el sombrío infinito.
Yo no vivo, yo ardo,
yo no lloró, yo lluevo,
yo no escribo, yo destilo.
Y así todo el tiempo.
Peiu Yávorov

martes, 5 de junio de 2012

El arte de curar los males del alma.

“Al recibir el Premio Goethe, poco antes de morir, Freud volvió a sostener que el psicoanálisis era un método ideado para curar. Para mí, después de 30 y tantos años de estar en esto, el psicoanálisis sigue siendo el arte de curar los males del alma. Como arte intenta crear, mediante un estilo, el espacio más singular de libertad de expresión de la palabra que conozco. Espacio de resistencia (bien entendido, como resistencia revolucionaria), como valor del sujeto que resiste a la intrusión pulsionante del Otro. De ese espacio de resistencia brotan las creaciones más fantásticas, más humanas, más deseantes… Esta transformación creadora alcanza tanto al paciente como al analista, es decir, a los analizantes. Por eso cada análisis se inventa como una partitura, como un cuadro, como una poesía, como un encuentro entre-dos. Por esto el analista insiste en empeñar su deseo y en arriesgar su goce, insiste porque él también busca su Eldorado” [Fragmento de “Burnout. El analista y la pulsión de muerte”, por Lidia C.Agazzi, del libro El lugar del Psicoanalista, Ed. CPM)

sábado, 29 de octubre de 2011

Cuarto 301

No fue cosa fácil. Busque el papel donde estaba a notado, juraba que lo había guardado en un buen lugar y justo cuando desistía de buscarlo, aparece. Resulta que lo he traido siempre conmigo en mi vieja cartera.
Bajo una cuadra después pero fácilmente llego a la calle, la numeración es confusa. Me encontraba queriendo irme y queriendo llegar al mismo tiempo. Me llama por mi nombre y al momento de sentarme, la miro, y todas aquellas frases que repasé se atoran en la garganta, tengo tantas ganas de llorar, pero si ya perdí años en eso ¡no más! Por fin puedo comenzar, tropiezo y lo logro.
Estamos en el teatro, ese que tanto te gusta, dice ella. Lo que se ve, lo que parece; lo que hay detrás, lo que sostiene. Cambio de posición, no es bueno estar al tanto de los gestos - dice ella-. Todo el tiempo escucho su lápiz. Ella insiste y pregunta, vuelve a insistir, es abrir y recordar; es sentir como te hacen la autopsia.
A veces el cuerpo no aguanta, o la mente, o ambas. Tal vez nada sea verdad o mentira, lo que se dice (escucha)eso es lo único real en este cuarto. ¡Describe!, una y otra vez, ¡dime cómo se siente! solo yo puedo iniciar a hablar de ello, no hay otra forma de comenzar.
El color vino, las flores y la vista al cielo me ayudan a seguir; no hay nada que perder, de hecho todo se me ha ido ya de las manos. Nada se detiene. Es muy jodido estar así le digo, quiero estar en otro lugar.

martes, 23 de agosto de 2011

Yo fuí como el mar alguna vez...

14 de noviembre de 2006
En realidad tu nombre nunca ha sido de mis favoritos. Tiene algo de aridez, son de la clase de asuntos de vida que no alcanza a paladear mi alma. Pero llamo "arida" a quien está inundada.
Descubriéndote de a poco me has sorprendido. Como el mar ofende a la Tierra, tú me has ofendido a mí. Cuando he creído que en Tierra existen pocas cosas por descubrir, volteo al mar, observo su paz majestuosa y sé que en su interior hay terrores y maravillas, y el mar ofende a la Tierra, con el rostro de frente y los ojos fijos en ésta, diciendo: "¡no sabes nada!": Y así inundado de ti, me (des)cubres, aunque no lo (des) cubras todo.
Y que puedo decir del derroche de fuerzas que hemos tenido. Sólo ahora sé que he estado en el equívoco, creyendo que eres metódica y pensante; cuando todo el tiempo has demostrado que solo sientes. Cada momento se ha hundido en tus aguas, cada momento se ha incorporado en ti.
Gracias y celebro la vida que se te ha otorgado, feliz aniversario de vida.

jueves, 30 de diciembre de 2010

No hay lugar en esta ciudad público o privado donde se pueda encontrar paz.

No hay lugar en esta ciudad público o privado donde se pueda encontrar paz.
Los lugares públicos son insoportables si no vas acompañada y peor si no consumes algo. Es mentira que puedes sentarte en cualquier parque, café, plaza, tranquilamente. Además, el ruido de la gente o sonidos ambientales son siempre desagradables. Ahora, si vas acompañada todo parece un desfile, lo mismo digo; salvo que tu compañía ayude en mucho a ser lo único rescatable de ese momento.
En cuanto a los lugares privados, llamados casas, deptos., recámaras, etc., se puede decir que es más una cuestión de privacidad y un poco de desorden lo que podrías encontrar como agradable. En las propias casas o deptos., dificilmente (y esto a pesar de que sean grandes), las familias respetan la privacidad. Se interpreta la necesidad de privacidad como aislamiento. Ahora no se diga el orden propio de los objetos. Orden o desorden es relativo cuando
la persona sabe donde se encuentran sus cosas.
Yo tuve un lugar donde encontre paz, fuera en su versión pública o privada... no había tiempo, ruido, y esa falta de relativo orden. Recuerdo que conservaba esa sensación hasta estando sola. Descubrí esto gracias a los últimos lugares públicos y privados donde he estado, me he sentido incómoda en ellos, no solo por el hecho de estar sola, sino por el hecho de que se me hizo muy notorio. Insisto... no hay lugar en esta ciudad público o privado donde se pueda encontrar paz.
A esto llamo yo, extrañar.